domingo, 3 de diciembre de 2017

SOPA DE TOMATE


Cómo hacer sopa de tomate. Receta paso a paso.


Siendo yo andaluza, de Cádiz y más en concreto de El Puerto, descendiente de familia campesina o campera por ambos lados y procediendo de una cocina de lo que da el campo, no cabe duda de que no puede faltar en mi recetario habitual, la tradicional sopa de tomate con pan. Este plato entra dentro del campo de recetas de aprovechamiento, donde el tomate es el protagonista por su sabor y color, se trata de un plato de origen humilde que sirvió para alimentar a generaciones desfavorecidas y que en la actualidad, es una exquisitez que disfrutan todo tipo de paladares.
La sopa de tomate andaluza y más aún la de Cádiz, es un plato contundente que se prepara en toda la provincia durante todo el año por ser una tierra rica en el cultivo del tomate.


En casa siempre hemos comido la sopa de tomate sola y con mucha hierbabuena, era la manera de hacerla de mi madre, con aceite de oliva, una buena base de cebolla, pimiento verde y tomate frito al que le agregaba pan de campo bien asentado (de varios días) desmigado, machacao con la espumadera, un poco de sal y unas ramitas de hierbabuena, mi madre no le agregaba agua, lo hacía con el jugo del tomate para que quedara espesita. Esa era la receta también de mi abuela, con la diferencia de que ella utilizaba el fuego de leña... 


Cuando yo era pequeña mis abuelos vivían en el campo, sin luz y sin butano, el agua  la sacaban de un pozo hecho en la arena, amplio y con poca profundidad, rodeado de las verduras correspondientes según la época del año, se encontraba muy cerca de las chozas, sobre todo de la que se utilizaba de cocina. En ella, a un lado se apilaban las mazorcas de maíz desgranadas, los tronchos de las coles,  coliflores y la poda de las vides; todo se aprovechaba como leña para cocinar. 
En verano yo junto con mis hermanas: Magdalena, Ángeles, íbamos a pasar unos días con ellos en el campo...


Recuerdo el olor intenso de la higuera al medio día, después de comer con el calor apretando, desde la distancia, aún íbamos atravesando la zona de las vides cuando nos dirigíamos al columpio que nos había hecho nuestro padre, que colgaba de una rama enorme de una higuera.
Recuerdo atravesar entre las hileras de plantas de tomates, pimientos y berenjenas para ir al pozo a bañarnos.
Recuerdo a mi abuelo sentado en un sillón de espaldar alto con brazos y el asiento de neas, rodeado por un lado de un montón altísimo ( eso me parecía a mi) de mazorcas de maíz recién recogidas, y en el otro lado las que iba echando desmochadas, y yo jugando y escondiéndome dentro.
Recuerdo por la noche, en la choza, cuando nos metíamos mis hermanas y yo en la cama el olor que subía del suelo a tierra húmeda.
Y el recuerdo que prevalece en todos los hermanos es, el sabor de los tomates fritos con leña que hacía nuestra abuela Carmen...


Como os vengo diciendo la receta de sopa de tomate que hemos hecho en la familia siempre a estado compuesta por los ingredientes que nos daba la huerta y aprovechábamos el pan asentado de varios días. Básicamente: cebolla, pimiento verde (cuerno cabra, especie originaria de la provincia de Cádiz, en casa era el que se utilizaba para todo), y  evidentemente, tomate.
Yo con el tiempo a la sopa de tomate le he incorporado un diente de ajo y sobre todo una buena cantidad de pimiento rojo, que contrarresta la posibilidad de acidez del tomate aportando dulzor al sofrito, enriqueciendo el acabado y el resultado final.



Por estas fechas,, justo cuando empieza a arreciar el frío, los primeros mostos están listo para degustar directamente en las viñas ubicadas en el marco de Jerez dirección hacia Trebujena, a su paso por la carretera te encuentras en el comienzo del camino de algunas fincas un trapo rojo que indica que si te apetece puedes entrar a tomar mosto acompañado de algunos platos tradicionales de la zona, cocina casera y tradicional del campo en esta época del año.



Es habitual ir con la familia o con un grupo de amigos por lo menos una vez al comienzo del invierno.
Hace un par de años nos fuimos un sábado con unos amigos, con la intención de visitar alguna viña en donde no hubiéramos estado antes. Nos habían hablado de una que se llama viña del arte, que se accede a ella a través de un camino largo y angosto de tierra. Cuando llegamos nos encontramos con un chamizo al pasar una entrada grande de cemento en donde se encontraba un grupo de amigos  a un lado y una reunión familiar en el otro, unos al rededor de un rosco de hacer paellas y un perol grande y amplio, haciendo la comida, otros se habían llevado una olla a presión con el guiso ya cocinado ( por lo general una berza con su pringá) para calentarla allí, en una cocina de butano dispuesta para los clientes, porque en la viña solo sirven mosto. Nos quedamos desconcertados porque no lo sabíamos y no llevábamos nada para acompañar el mosto y teníamos hambre...


Decidimos que ya que habíamos llegado hasta allí, por lo menos probar su mosto (porque cada viña tiene su particularidad, todos son diferentes). Estábamos sentado en el interior en una mesa larga de madera con nuestra jarra de mosto cuando de repente se acerca un hombre y nos ofrece un plato de berza calentita que olía de maravilla y nos lo deja en el centro de la mesa con unas cucharillas. Nos quedamos muy sorprendidos, le dimos las gracias y nos pusimos muy animados a comernos la berza, cuando terminamos nos dimos cuenta que también se nos había acabado el mosto.


Ya nos habíamos entonado el estómago, nos sentíamos reconfortados y contentos, entonces decidimos pedir otra jarra de mosto porque nos supo a poco y estaba riquísimo. Nos encontrábamos animados hablando cuando de nuevo se acerca otro hombre esta vez del otro grupo (de los que estaban cocinando), con un plato de sopa de tomate con huevo cuajado recién hecho.  


Nos dijo que no nos preocupáramos que el mosto hay que acompañarlo y había sopa de tomate para todos, que allí nadie se quedaba con hambre, que mientras hubiera comida se compartía, que de lo que se trataba era de echar un buen día en las viñas en esta época del año.


Era la primera vez que veía una sopa de tomate con huevo cuajado, ¡qué buena idea! me pareció una combinación de ingredientes muy acertada, muy de mi gusto ya que soy la tonta de los tomates fritos con huevo cuajado y patatas fritas. ¡Qué bueno tiene que estar esto! me dije.


No dábamos crédito a la generosidad de las gentes. Impactados cogimos cada uno su cucharilla y empezamos a comer antes de que se enfriara, ¡qué maravilla!, nos pareció de un equilibrio perfecto, con un color sugerente y atractivo, una textura untuosa, un aroma envolvente y un sabor exquisito. ¡Qué alegría! ¡Qué generosidad! reunir todas estas cualidades en un plato tan sencillo, humilde y económico, no se puede pedir más.


a la altura en la  que nos encontramos, ya supongo que os habéis dado cuenta que a partir de este descubrimiento, y a partir de ese día hago la sopa de tomate con huevo cuajado, porque así conseguimos un plato completo; hidratos verduras y proteínas.


Sin más dilación comenzamos. Si lo puedo hacer yo, seguro que a  vosotros os saldrá mejor todavía. Os dejo con esta sencilla y humilde receta paso a paso de sopa de tomate, para que os animéis a hacerla conmigo.



INGREDIENTES:
  • 3 tomates de pera hermosos.
  • Pimiento verde.
  • Pimiento rojo.
  • Tomate frito casero.
  • 2 rodajas de pan moreno de pueblo.
  • 1 cebolla gordota.
  • 1 diente de ajo gordo.
  • Hierbabuena.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • Sal.
  • 2 huevos. (opcional).

Elaboración
Limpiamos todas las verduras, cortamos el ajo en laminas, la cebolla y los pimientos en trozos grades y colocamos en una cacerola, vertemos un chorro de aceite y encendemos el fuego a temperatura media. Tapamos y dejamos unos minutos hasta que las verduras estén un poco tiernas.


Agregamos los tomates pelados y cortados muy pequeñitos, tapamos de nuevo la cacerola.


Removemos todas las verduras y dejamos unos minutos hasta que el tomate también esté tierno.


Agregamos el tomate frito, un poco de sal y mezclamos, tapamos de nuevo durante unos minutos para que se mezcle todo bien.


Mientras tanto le quitamos la corteza al pan y cortamos con las manos en trozos pequeños.


Añadimos el pan junto con la hierbabuena.


Mezclamos todo y añadimos un poco de sal (con cuidado porque el pan tiene sal), tapamos y dejamos unos minutos.


Con el cucharón hacemos un pequeño hoyo por cada huevo que vayamos a cuajar, dejamos la cacerola destapada a fuego muy suave para que se vayan cuajando los huevos lentamente. Cuando empiecen a cuajarse metemos la espumadera por los lados entre huevo y huevo  para ir separando y despegando del fondo para que no se pegue el pan y se queme.


Lo iremos haciendo lentamente sin tapar para que las yemas de los huevos queden cremosas, porque si tapamos la olla se harán antes pero las yemas de los huevos se cocerán quedando duras y no es de lo que se trata.


Es preferible que se agarre la sopa de tomate un poco en el fondo quedando crujiente como en las paellas que está ¡riquísima! mezclada con el sabor de la yema del huevo y si es de campo mejor todavía.



Lo vamos haciendo sin prisas, mientras ponemos la mesa y nos tomamos un vino o una cerveza con alguna tapa que nos haya sobrado del medio día o con una rodajita de chorizo para ir abriendo boca.



También podemos tomarla sola, sin huevo, de entrante o de tapa al medio día.



Ideal como plato único para cenar.



Sopa de tomate con huevo cuajado, un plato completo para una cena suave y sana.



¡Buen provecho! Estoy segura que os va a encantar esta sopa de tomate con huevo.



3 comentarios:

  1. Impresionante. Precioso el relato de la vida bucólica de aquellos años 60, cuando los niños no jugaban con maquinitas y disfrutaban de la "Pacha mama", como le llaman en America Latinaa la madre tierra, y crecian en medio de la naturaleza, aunque solo fuera en vacaciones como cuenta Rosa.
    He tenido la suerte de disfrutar hace bien poquito de una sopa de tomate hecha por Rosa como la que ahora nos relata tan estupendamente. DE LUJO!!!.... ¡que cosa más rica!. Una receta sencilla, un manjar y regalo para los sentidos y sana y humilde como ella sola.
    Voy a ver si hago una parecida, creo que solo será parecida, y la incorporo poco a poco a mi mochila recetario para agasajar a mis amigos.

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  2. Gracias Eduardo por tu comentario tan afectuoso. Seguiremos degustando y disfrutando otros platos de nuestra cocina gaditana, como esta que tuvimos el placer de compartir hace tan solo unos días en la sierra, el lugar adecuado para mantener y conservar como bien dices, una receta sencilla, sana y humilde.

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  3. gracias es un manjar lla la ise k rica

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